Sobre "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero", de Oliver Sacks

Este libro trata de un tema que me interesa mucho: la forma en que el cerebro percibe la realidad, puesta de manifiesto cuando alguna enfermedad daña ese cerebro y lo priva de funciones que ni siquiera sospechábamos poseer. Personas que pierden la capacidad de comprender lo que ven aunque no tengan problemas en la vista, o de interpretar los rostros: todos ellos les parecen paisajes extraños y desconocidos, conjuntos de órganos sin sentido. O personas que ven cosas que no están, no porque tengan alucinaciones, sino porque su cerebros rellenan las porciones de campo visual que no pueden percibir. Esto viene a significar que se ve con el cerebro, pues lo que vemos es siempre una reconstrucción aproximada de lo que perciben los ojos, basada en lo que ya sabemos, en la memoria.
Así que creer que lo que percibimos es objetivamente real resulta absurdo. Nuestro cerebro funciona con símbolos. Si miramos el objeto más sencillo, una piedra, no la estamos viendo simplemente, sino que hacemos una reconstrucción artificial en nuestra mente, la convertimos en una idea, en un ente abstracto que está ya muy lejos del objeto material en sí. Y si esto es así con una piedra, ¿qué decir de la percepción de la infinita variedad del universo, de sus incomprensibles fenómenos, de nuestra interacción con ellos?
Pero en el libro hay más cosas. Me puse a leerlo con mucha curiosidad científica, pero descubrí que estaba ante auténticas historias de terror. Gente que llevaba una vida normal y plena hasta que un día se encontraban horriblemente amputados de sí mismos, habitando en cuerpos que los ignoraban, cuerpos ciegos, que tenían que volver a aprender a usar. Damos por hecho que nuestros cuerpos son "yo", los sentimos y creemos poseerlos, no imaginamos que podamos desconocerlos.
Hay otras historias más tristes que horribles, sobre personas con diferentes tipos de amnesia: la que fue perdiendo recuerdos hasta quedarse estancada en un momento muchos años atrás; la que no recuerda ni al mundo ni a sí misma, mientras su cerebro se empeña desesperadamente en llenar ese vacío con identidades e historias ficticias... Pero me ha sorprendido conocer el efecto contrario, la aparición de recuerdos inesperados en la memoria. Esto era algo que yo siempre había pensado, por eso me ha alegrado encontrarme con que un sabio opina lo mismo: que absolutamente todos los momentos de la vida quedan almacenados en nuestro cerebro. No podemos ser conscientes de ello porque nos volveríamos locos, excepto aquellos llamados "mnemónicos", como el Funes el Memorioso de Borges. Para la mayoría, estos recuerdos pueden ser rescatados ocasionalmente, y se les llama "reminiscencias". Son más que una evocación, dan la sensación de vivir de nuevo aquel momento. Pero como es un segundo al azar sacado de cualquier día de nuestra existencia, no parece especial, no parece que tenga ningún motivo para atravesar tantos años y hacerse presente.
La memoria es un tema muy poético, y esta obra demuestra que los poetas aún no han alcanzado a evocar todas sus capacidades y sus efectos sobre nosotros. La memoria nos define. Creemos tener una identidad, un alma, pero si una mañana nos despertásemos sin memoria, no sólo dejaría de existir todo lo que somos, sino que ni siquiera seríamos capaces de darnos cuenta.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Otra coincidencia literaria, Hiniare: resulta que tengo ese libro en la biblioteca y no me había animado a leerlo... ¡hasta hoy, que vi tu entrada! Parece muy interesante. El olvido puede ser una bendición.
P.S. "La biblioteca de noche" ¡estupenda!
Un beso,
F :-)
hiniare ha dicho que…
Sabía que el libro de Manguel te gustaría, es un disfrute. Otro consejo para librófilos: "Firmin", de Sam Savage.
Tenía pensado hacer este comentario del libro de Oliver Sacks próximamente, pero al ver el documental de tu última entrada y las cosas que se decían sobre el cerebro, pensé: ¡qué coincidencia! Ya ves que esto empieza a ser habitual... Te aconsejo mucho este libro, es ameno y nada morboso, incluso tiene humor, aunque los casos que se explican sean tremendos. Hasta luego, besos,
hini.