Como sin duda muchos autores y pensadores ya han dado profundas opiniones sobre el concepto de Verdad, dejo a cada uno la referencia a sus citas favoritas (y si las quiere traer aquí, me encantaría conocerlas). Esto tiene que ver con el post anterior y con muchas cosas que me van bullendo en la cabeza últimamente.
Hace tiempo vi en televisión un debate en el que participaba la monja Teresa Forcades y otros científicos (ella es médica). No recuerdo el tema del debate, pero tomó un cariz bastante desagradable, sobre todo me quedé con la frase que le decía uno de los científicos, algo así como “si usted de verdad cree que un trozo de pan se convierte en el cuerpo de un dios, es que tiene usted una enfermedad mental”. ¡Uf! He ahí un ejemplo de verdad científica: un trozo de pan es un trozo de pan y decir cualquier otra cosa de él es mentira. Esa es la Verdad. Pero este hombre estaba ignorando miles de años de evolución de la mente humana. Las cosas sólo son lo que son para las amebas.
Cómo le podría explicar yo lo que es una metáfora. Cuando el enamorado le dice a la enamorada “tus ojos son dos luceros”, ¿le está diciendo una mentira? El hecho de que crea que ella tiene dos cuerpos celestes incandescentes incrustados en la cara, ¿significa que tiene un problema mental? Claro que esto sólo es poesía, decir cosas bonitas y eso. Pero volvamos a esa pareja tan poco original: lo que hay detrás de los luceros y de los ojos, es un corazón y un sentimiento, y este sentir es infinitamente más importante para su vida que todas las precisiones astronómicas juntas. Es una Verdad más grande y más profunda e inmensamente más cierta para él. Porque además la poesía (la buena, de la que hay maravillosos ejemplos) es precisamente una manera de decir Verdades que no pueden ser dichas de otra manera, Verdades trascendentales para el ser humano y todo lo relacionado con su existencia. Eso me recuerda otra frase que decía algo así como que la ciencia puede decirnos de algo lo que es, cómo funciona, de qué esta hecho… pero no puede decirnos una palabra sobre si es bueno o malo, sobre todo si es bueno o malo para mí.
Encuentro muy importante la Verdad de la poesía. Esta palabra podría intercambiarse por “arte”, aunque “poesía” tiene unas connotaciones más intensas, profundas y esenciales. Pero sí, todo el arte es poesía, es una Verdad sensible o al menos su búsqueda. El arte comienza cuando comienza la humanidad. También comienza la religión, que para mí es otra palabra intercambiable. Las Verdades de la religión, del arte y de la poesía no son errores ni mentiras, tampoco son cosas bonitas para decorar un mundo científicamente definido. No son absolutas ni se pueden catalogar, y dependen de cada persona, pero son importantes para esa persona. No son Verdades agresivas que se plantan como monolitos, son más bien corrientes que fluyen del hecho de vivir y ponen en marcha los organismos, que ni siquiera se sabe a dónde se dirigen, pero que hacen de la búsqueda su razón de existir (eso era una metáfora).
Volviendo a aquel trozo de pan, se puede decir que es una metáfora, todo depende si para alguien una metáfora es una mentira; o si es un bonito juego de palabras (y todo el arte una bonita combinación de colores o sonidos); o si es una Verdad que llena de sentido su vida como ser humano (o intenta o busca cómo llenarlo). En este mundo prosaico se la considera una Verdad de segunda, por eso yo defiendo el valor de las cosas inútiles, ilógicas, improductivas, irracionales, indemostrables, incontrolables. Son básicas, son necesarias, somos nosotros, es poesía.
Hace tiempo vi en televisión un debate en el que participaba la monja Teresa Forcades y otros científicos (ella es médica). No recuerdo el tema del debate, pero tomó un cariz bastante desagradable, sobre todo me quedé con la frase que le decía uno de los científicos, algo así como “si usted de verdad cree que un trozo de pan se convierte en el cuerpo de un dios, es que tiene usted una enfermedad mental”. ¡Uf! He ahí un ejemplo de verdad científica: un trozo de pan es un trozo de pan y decir cualquier otra cosa de él es mentira. Esa es la Verdad. Pero este hombre estaba ignorando miles de años de evolución de la mente humana. Las cosas sólo son lo que son para las amebas.
Cómo le podría explicar yo lo que es una metáfora. Cuando el enamorado le dice a la enamorada “tus ojos son dos luceros”, ¿le está diciendo una mentira? El hecho de que crea que ella tiene dos cuerpos celestes incandescentes incrustados en la cara, ¿significa que tiene un problema mental? Claro que esto sólo es poesía, decir cosas bonitas y eso. Pero volvamos a esa pareja tan poco original: lo que hay detrás de los luceros y de los ojos, es un corazón y un sentimiento, y este sentir es infinitamente más importante para su vida que todas las precisiones astronómicas juntas. Es una Verdad más grande y más profunda e inmensamente más cierta para él. Porque además la poesía (la buena, de la que hay maravillosos ejemplos) es precisamente una manera de decir Verdades que no pueden ser dichas de otra manera, Verdades trascendentales para el ser humano y todo lo relacionado con su existencia. Eso me recuerda otra frase que decía algo así como que la ciencia puede decirnos de algo lo que es, cómo funciona, de qué esta hecho… pero no puede decirnos una palabra sobre si es bueno o malo, sobre todo si es bueno o malo para mí.
Encuentro muy importante la Verdad de la poesía. Esta palabra podría intercambiarse por “arte”, aunque “poesía” tiene unas connotaciones más intensas, profundas y esenciales. Pero sí, todo el arte es poesía, es una Verdad sensible o al menos su búsqueda. El arte comienza cuando comienza la humanidad. También comienza la religión, que para mí es otra palabra intercambiable. Las Verdades de la religión, del arte y de la poesía no son errores ni mentiras, tampoco son cosas bonitas para decorar un mundo científicamente definido. No son absolutas ni se pueden catalogar, y dependen de cada persona, pero son importantes para esa persona. No son Verdades agresivas que se plantan como monolitos, son más bien corrientes que fluyen del hecho de vivir y ponen en marcha los organismos, que ni siquiera se sabe a dónde se dirigen, pero que hacen de la búsqueda su razón de existir (eso era una metáfora).
Volviendo a aquel trozo de pan, se puede decir que es una metáfora, todo depende si para alguien una metáfora es una mentira; o si es un bonito juego de palabras (y todo el arte una bonita combinación de colores o sonidos); o si es una Verdad que llena de sentido su vida como ser humano (o intenta o busca cómo llenarlo). En este mundo prosaico se la considera una Verdad de segunda, por eso yo defiendo el valor de las cosas inútiles, ilógicas, improductivas, irracionales, indemostrables, incontrolables. Son básicas, son necesarias, somos nosotros, es poesía.
Comentarios
A mi también me interesa defender el valor de las cosas inútiles, , ilógicas,irracionales, incontrolables porque forman parte de la vida.Y del mundo interior que carece de límites y de leyes estrictas.
Y para muchos son imprescindibles.
Las verdades que transmite un poema no necesitan ser avaladas por ninguna prueba científica.
Se connotan con el lenguaje del alma .
Y éso es mayúsculo.
Somos poesía!
Totalmente de acuerdo.
Abrazos.
Con científicos así de intolerantes e incapacitados para la metáfora... podemos temblar.
¡Buen año nuevo!
Feliz año también a ti, Matriarcal. Que conste que no quiero cargar a los científicos con el peso de la falta de sentido poético, seguro que muchos de ellos lo tienen, si son gente creativa e inquieta. Sólo hablo de los integristas de la ciencia y de la lógica, y también incluyo en el saco a los
integristas “religiosos” que defienden sus verdades como únicas, intocables e incuestionables, y casi siempre obligatorias. Todos esos corazones llenos de orgullo no dejan un resquicio a la poesía.
Bon Any!
Alyebard, hay cosas que me parecen tan claras como el cristal, pero luego resulta que nadie las entiende. Por eso escribí este intento de explicación. Pero volveré a encontrarme con alguien que me diga "es todo mentira" :(
Ens llegim,
h.
La base del fundamentalismo, (y lo hay en todas las religiones, incluso entre los científicos y los ateos) es creer en la literalidad de los preceptos, escrituras, etc. Un ritual hermoso, que podía celebrar cualquiera con sus amigos y parientes, se convirtió en un credo, es decir que dejó de ser metafórico. No estoy de acuerdo con el científico de tu anécdota, pero tampoco me parece que la fe sea una virtud en sí misma. "Por sus obras los conoceréis", dijo el Maestro, no por sus credos, en la historia del buen samaritano da un ejemplo de eso. Un abrazo
Creer, lo que se dice creer en dogmas, me parece que me los salto todos. No creo que la fe consista en tener unas bonitas creencias guardadas en el cajón de la conciencia, sino en ejercitarlas cada día. Ya que me he aficionado al intercambio de palabras, la cambio por “amar” también. No se puede creer por obligación porque sería como amar por obligación, y eso es imposible. Pero los fundamentalistas no comprenden esos matices.
Gracias por tu comentario,
h.
Sólo diré que, para mí, la verdad es la belleza del intelecto y que es invisible para quien no tenga un corazón de carne, humano, ancho, generoso, amante, sensible, compasivo, profundo, libre, sutil, abierto y limpio (y no hablo de la limpieza de quienes llevan los zapatos o el coche limpio y el alma turbia, ni de los "sepulcros blanqueados").
También diría que en los verdaderos ritos hay verdadera magia. Y la magia (el hacer grandes y maravillosas las cosas pequeñas -por ejemplo un trocito de pan o un poquito de vino-, el poder de hacer milagros) es inseparable de la vida, no está tan lejos de nosotros.
Pero hoy no se entienden muchas palabras... Qué pena...
Dedicado a los corazones que sí entienden.
Un cordial saludo a todos y mi felicitación, Hiniare.
B.