EL RACISMO ES IGNORANCIA, decía una pintada sobre una pared de mi barrio hace unos años. ¿O quizá era EL FASCISMO ES IGNORANCIA? No cambia demasiado el enfoque, y da en la clave de que, todas las expresiones de odio, menosprecio y abuso sobre el extraño o débil, proceden de una terrible falta de formación humana, por no decir de cultura. En esta sociedad “del conocimiento”, la gente basa su actitud vital en difamaciones y rumores sin confirmar, y por qué no, si hasta los políticos los utilizan impunemente y les sirven para ganar elecciones. El común de la gente no sólo es ignorante de grandes verdades históricas, sino que ha olvidado su propia historia, sus orígenes, su pasado. A propósito de esto recomiendo la lectura de “España y sus ejidos”, de Juan Goytisolo, libro de 2003 que no ha perdido nada de actualidad.
El libro incluye una recopilación de artículos de diferentes épocas relacionados con el tema de la emigración. En los años 60, Juan Goytisolo viajó a Andalucía, la zona más pobre de España, y sobre todo conoció Almería, un desolado desierto que era la misma imagen de la miseria del campo español. El escritor acabó viviendo en París, donde publicó artículos denunciando la situación de pobreza de los andaluces y de todos los españoles que se veían obligados a hacer la maleta y que veía llegar para buscarse un futuro en Europa. Recogió testimonios de estos emigrantes, tristísimas historias de hambre, de lanzarse a los caminos y dormir al raso, de comer hierba para llenar el estómago, de llorar al nacer los hijos por no tener nada que darles, de una esperanza al fin al escapar a Francia o a Alemania, a cavar en minas, limpiar suelos o lo que fuera. Estos artículos no hubieran podido publicarse en España, donde no se permitía alzar la voz a favor de la justicia. En aquella España, sin embargo, se alentaba la emigración como única forma de prosperidad de una gran masa de población empobrecida, ya que el Estado era incapaz de proporcionarles bienestar. Como recuerda Goytisolo:
"Dadas las condiciones de pobreza imperantes en diversas regiones españolas- muy parecidas a las que hoy reinan en el Magreb y el África subsahariana-, un representante de los Sindicatos Verticales expuso ante las Cortes franquistas la ponencia titulada “El derecho a emigrar”, en que se decían cosas como: “El derecho a emigrar es un derecho natural derivado de la libre personalidad del hombre” y “El reconocimiento de este derecho deberá incorporarse a los textos fundamentales del Estado español”. Pero qué vueltas da la vida.
Desde los años 60 hasta los 80 y 90, España experimentó una evolución meteórica en prosperidad, pero no una evolución mental. “El acceso a las ventajas materiales y técnicas de las sociedades avanzadas se produjo así sin una preparación ético-cultural adecuada. Lo arcaico se entreveró con lo nuevo sin continuidad ni equilibrio”. En la reseca Almería se excavaron pozos y se produjo el milagro de cultivar fruta en el secano. Los antiguos campesinos se hicieron de oro. Pronto faltó mano de obra y llegaron los extranjeros. Trabajaban por lo que fuera y soportaban lo que fuera. ¿No debían recordarles a ellos mismos cuando huían desesperados en busca de una vida mejor en Europa? Pues no. “La memoria de un pasado cifrado en su anhelo de huir de la pobreza no plasmó en una comprensión de la miseria ajena ni en una ética solidaria”. A partir de 1997 se sucedieron las explosiones de violencia, con persecuciones e intentos de linchamiento. Goytisolo escribió sobre el ambiente enrarecido de explotación, desprecio e ignorancia total sobre los moros y los negros. Por estos artículos, los almerienses que le habían proclamado hijo adoptivo cuando defendía la región de la injusticia franquista, lo declararon persona non grata.
Hasta los años 90, los españoles declaraban que no eran racistas. Pero, si miraban a su alrededor, no veían a nadie de otra raza, de otra religión ni de otras costumbres. “Si no somos racistas, se debe ante todo al hecho de que España fue el primer país moderno que resolvió de modo tajante el problema de las razas acosando, persiguiendo, robando y expulsando por fin masivamente a moros y judíos”. La herencia de 500 años de limpieza étnica, de Inquisición y depuración de sospechosos de judaizar, de hablantes de algarabía, de gitanos y otras “gentes de mal vivir”, es una sociedad para la que el catalán y el euskera no son idiomas españoles, para la que nacer aquí y tener apellidos árabes o chinos es no ser de aquí porque tus antepasados no campaban con el Cid, que cree que España siempre fue así desde que Dios la creó y no tiene ni idea de que su sangre es impura y mestiza y cada día usa palabras árabes y come platos judíos, de que esta España se edificó sobre mucha sangre y sufrimiento y de esos polvos vienen estos lodos. Como dice una cita de Américo Castro en el libro: “Los españoles no saben quiénes son, pues ignoran quiénes fueron”.
Son los mercaderes y los políticos los que levantan fronteras y las colocan a su antojo, esas fronteras que ahora matan y marcan a quien las atraviesa con el estigma de ciudadanos de segunda. No quiero vivir en una sociedad que tenga ciudadanos de segunda, y no se trata de España sino de Europa, del mundo. No hay fronteras para la injusticia. En la entrada sobre Joan Melé hablaba de lo que cada uno puede hacer. Lo que yo hago es pensar, aprender, leer, escribir en este blog. Porque EL CONOCIMIENTO ACABA CON EL RACISMO, LA CULTURA ACABA CON EL FASCISMO.
-España y sus ejidos, Juan Goytisolo. Hijos de Muley-Rubio. Madrid, 2003.
El libro incluye una recopilación de artículos de diferentes épocas relacionados con el tema de la emigración. En los años 60, Juan Goytisolo viajó a Andalucía, la zona más pobre de España, y sobre todo conoció Almería, un desolado desierto que era la misma imagen de la miseria del campo español. El escritor acabó viviendo en París, donde publicó artículos denunciando la situación de pobreza de los andaluces y de todos los españoles que se veían obligados a hacer la maleta y que veía llegar para buscarse un futuro en Europa. Recogió testimonios de estos emigrantes, tristísimas historias de hambre, de lanzarse a los caminos y dormir al raso, de comer hierba para llenar el estómago, de llorar al nacer los hijos por no tener nada que darles, de una esperanza al fin al escapar a Francia o a Alemania, a cavar en minas, limpiar suelos o lo que fuera. Estos artículos no hubieran podido publicarse en España, donde no se permitía alzar la voz a favor de la justicia. En aquella España, sin embargo, se alentaba la emigración como única forma de prosperidad de una gran masa de población empobrecida, ya que el Estado era incapaz de proporcionarles bienestar. Como recuerda Goytisolo:
"Dadas las condiciones de pobreza imperantes en diversas regiones españolas- muy parecidas a las que hoy reinan en el Magreb y el África subsahariana-, un representante de los Sindicatos Verticales expuso ante las Cortes franquistas la ponencia titulada “El derecho a emigrar”, en que se decían cosas como: “El derecho a emigrar es un derecho natural derivado de la libre personalidad del hombre” y “El reconocimiento de este derecho deberá incorporarse a los textos fundamentales del Estado español”. Pero qué vueltas da la vida.
Desde los años 60 hasta los 80 y 90, España experimentó una evolución meteórica en prosperidad, pero no una evolución mental. “El acceso a las ventajas materiales y técnicas de las sociedades avanzadas se produjo así sin una preparación ético-cultural adecuada. Lo arcaico se entreveró con lo nuevo sin continuidad ni equilibrio”. En la reseca Almería se excavaron pozos y se produjo el milagro de cultivar fruta en el secano. Los antiguos campesinos se hicieron de oro. Pronto faltó mano de obra y llegaron los extranjeros. Trabajaban por lo que fuera y soportaban lo que fuera. ¿No debían recordarles a ellos mismos cuando huían desesperados en busca de una vida mejor en Europa? Pues no. “La memoria de un pasado cifrado en su anhelo de huir de la pobreza no plasmó en una comprensión de la miseria ajena ni en una ética solidaria”. A partir de 1997 se sucedieron las explosiones de violencia, con persecuciones e intentos de linchamiento. Goytisolo escribió sobre el ambiente enrarecido de explotación, desprecio e ignorancia total sobre los moros y los negros. Por estos artículos, los almerienses que le habían proclamado hijo adoptivo cuando defendía la región de la injusticia franquista, lo declararon persona non grata.
Hasta los años 90, los españoles declaraban que no eran racistas. Pero, si miraban a su alrededor, no veían a nadie de otra raza, de otra religión ni de otras costumbres. “Si no somos racistas, se debe ante todo al hecho de que España fue el primer país moderno que resolvió de modo tajante el problema de las razas acosando, persiguiendo, robando y expulsando por fin masivamente a moros y judíos”. La herencia de 500 años de limpieza étnica, de Inquisición y depuración de sospechosos de judaizar, de hablantes de algarabía, de gitanos y otras “gentes de mal vivir”, es una sociedad para la que el catalán y el euskera no son idiomas españoles, para la que nacer aquí y tener apellidos árabes o chinos es no ser de aquí porque tus antepasados no campaban con el Cid, que cree que España siempre fue así desde que Dios la creó y no tiene ni idea de que su sangre es impura y mestiza y cada día usa palabras árabes y come platos judíos, de que esta España se edificó sobre mucha sangre y sufrimiento y de esos polvos vienen estos lodos. Como dice una cita de Américo Castro en el libro: “Los españoles no saben quiénes son, pues ignoran quiénes fueron”.
Son los mercaderes y los políticos los que levantan fronteras y las colocan a su antojo, esas fronteras que ahora matan y marcan a quien las atraviesa con el estigma de ciudadanos de segunda. No quiero vivir en una sociedad que tenga ciudadanos de segunda, y no se trata de España sino de Europa, del mundo. No hay fronteras para la injusticia. En la entrada sobre Joan Melé hablaba de lo que cada uno puede hacer. Lo que yo hago es pensar, aprender, leer, escribir en este blog. Porque EL CONOCIMIENTO ACABA CON EL RACISMO, LA CULTURA ACABA CON EL FASCISMO.
-España y sus ejidos, Juan Goytisolo. Hijos de Muley-Rubio. Madrid, 2003.
Comentarios
Es incomprensible ese quiebre de la memoria tendiente a relegar el pasado desvinculándose de la ética solidaria.
Si:Hay un sello de ignorancia en esa reiterada manía de la discriminación.Goytisolo abraza la literatura de compromiso basándose en el análisis de la realidad .Un gran humanista(Decía que su nacionalidad era "cervantina")
"Tu destino está en los demás
Tu dignidad es la de todos."(escribió)
Buen artículo.Y un merecido homenaje al poeta.
Un abrazo.
Saludos