Catulo III


Afligíos, oh Venus y Cupidos
y todo el que venere la belleza:
que ha muerto el pajarillo de mi niña;
pajarillo, delicia de mi niña,
a quien más que a sus ojos ella amaba,
pues era como miel, la conocía
tanto como a su madre una muchacha,
y no se separaba de sus faldas,
que saltando de un lado para otro
piaba sin cesar sólo a su dueña.
Ahora sigue el camino de las sombras,
allá donde, dicen, nadie vuelve.
Mas malditas seáis, malas tinieblas
del Orco, que lo bello devoráis:
tan bello pajarillo me robasteis.
Mi pobre pajarillo, ¡qué desdicha!,
por ti ahora los ojos de mi niña
estan rojos e hinchados de llorar.
-Poesía completa (C. Valerii Catulli Carmina), Catulo. Hiperión, 1999. Versión castellana y notas de Juan Manuel Rodríguez Tobal.

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