Reimonz Korzinthio Ziuienz


Vuelvo a traer a este blog a Hildegarda de Bingen, esa prodigiosa mujer del siglo XII que, además de tener visiones, escribir profecías, pintar, escribir libros de medicina, componer música, predicar, gobernar monasterios, cartearse con autoridades, además, tuvo tiempo para una de sus creaciones que más me fascinan: la ignota lingua o lengua desconocida. Ligadas a ésta aunque mucho menores, están las ignotae litterae, las letras desconocidas.

La glosolalia es el carisma de hablar en lenguas desconocidas, no confundir con la xenolalia, en que se hablan lenguas extranjeras sin haberlas estudiado. En la glosolalia se habla una lengua que nadie entiende más que el hablante, se supone que es una lengua angélica, perfecta y anterior a las lenguas humanas; suele acompañar al profetismo, y ya en la Biblia algunos profetas interpretan palabras misteriosas.

Hildegarda manifiesta escuchar una voz del cielo que le revela todo tipo de sabiduría, también “escritos e incluso una lengua desconocida” (en el Liber Vitae Meritorum o Libro De Los Méritos De La Vida). Y en su carta al Papa Anastasio explica: “El que Es Sin defecto y Grande, ha tocado justo ahora una pequeña morada para que se vea un milagro y pueda formar letras desconocidas, y pronunciar una lengua ignota”. Teodorico de Echternach, que fue su secretario y biógrafo, se admira de que “hubiera creado letras nunca vistas en una lengua antes inaudita”. Pero, ¿qué queda de ese misterioso idioma?

Pues principalmente, una lista de unas 1011 palabras con sus traducciones latinas o alemanas, copiada en dos códices conservados (y uno que desapareció en el siglo XIX). La lista contiene únicamente sustantivos y adjetivos, ordenados por categorías que incluyen términos sagrados, parentescos, partes del cuerpo, enfermedades, oficios, utensilios, plantas, animales y un largo etcétera de los géneros más variados. No se indica gramática, por lo que parece que no era una lengua práctica, sino puramente simbólica.

Además de las listas, estas palabras sólo se han utilizado en una antífona que aparece en otro códice:
48: O orzchis Ecclesia (Oh Iglesia inmensa)
ITEM IN DEDICATIONEM ECCLESIE   (IGUALMENTE EN DEDICACIÓN A LA IGLESIA)
O orzchis Ecclesia (Oh Iglesia inmensa)
Armis divinis precincta (Ceñida de armas divinas)
Et iacincto ornata (Y ornada de jacinto)
Tu es caldemia stigmatum loifolum (Tú eres aroma de las heridas de los pueblos)
Et urbs scientarum (Y ciudad del saber)
O, o, tu es etiam crizanta (Oh, oh, Tú has sido también ungida)
In alto sono (En excelso sonido)
Et es chorzta gemma (y eres gema, la más resplandeciente)


Pero curiosamente, de las cinco palabras en lingua ignota que aparecen en esta antífona, sólo una consta en la lista, por lo que puede suponerse que sólo se recopiló una parte del vocabulario creado por Hildegarda.

Las palabras son exóticas y sonoras, con influencias latinas y germanas: El sustantivo loifolum está en genitivo con desinencia –um, al parecer semejante a la latina de 3ª declinación; chorzta presenta la misma raíz del latín choruscans/coruscans (fulgurante, resplandeciente, refulgente), al parecer con una desinencia germánica en superlativo; crizanta (ungida) ¿tendría raíz semejante a chrisma (unción)? Nada conjeturamos del caldemia ni de orzchis.”

Respecto a las ignotae litterae, apenas se encuentran un par de rastros. En el códice de Berlín, al final del listado de palabras, aparece un alfabeto de letras latinas y sus signos correspondientes, que finaliza con la transcripción de et y est.
Y en el códice de Stuttgart, el mismo donde aparece la antífona, hay una línea escrita en caracteres de las ignotae litterae, pero la mayoría de ellas son  sorprendentemente distintas de las anotadas en el alfabeto. Como la frase es ilegible, se desconoce si transcribe la lengua desconocida o está en latín.

Las lenguas y escrituras reveladas tienen una larga historia (sobre todo moderna, de la cual quizá hablaré en otra ocasión), aunque tal vez uno de los primeros ejemplos, o de los más fecundos, son estas creaciones de Hildegarda. No se trata evidentemente de inventos prácticos: la composición de palabras, tan parecida a la musical, coloca la mente en un estado paralelo al que se usa para el idioma habitual. Aigonz, luzeiz, libizamanz, limix, ruzia, noisca…. La poesía está en los sonidos extraños, y su significado se esconde en ellas como en un enigma, aunque tengamos un diccionario traductor (Dios, ojo, libro, luz, rosa, ruiseñor). El que las pronuncia hace algo más que decir, invoca. El que escribe con letras que no son las habituales también crea un jeroglífico: el sentido está encriptado en las letras, en el dibujo que forman sus contornos extraños. No se realiza un escrito, sino un conjuro. Los libros mágicos están escritos con palabras misteriosas, con letras desconocidas. No se leen, se interpretan, y lo que dicen no está cerrado, sino que cada lector debe encontrar su mensaje.

¿Qué te dice?




Fuentes:
Obras de Hildegarda en Hildegardiana: http://www.hildegardiana.es/36otrasobras.html#lengua
Lista completa y estudio por el Doctor en Historia D. José María Sánchez de Toca y Catalá: http://www.hildegardiana.es/367lengua/index.html

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hildegard desbordaba imaginación. Puede sonar ridículo, pero ¡me recuerda a Tolkien y su alfabeto élfico! :)
hiniare ha dicho que…
A mi el élfico me recuerda el georgiano mjedruli:

http://www.proel.org/index.php?pagina=alfabetos/georgian

El alfabeto de Hildegarda tiene la elegancia de la letra carolingia.

Supongo que lo de Tolkien no fue una inspiración divina... pero de todas formas es muy divertido crear idiomas y alfabetos, no me extraña que les dedicara tanto tiempo.
h.