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Reina de espadas |
De la baraja de cartas se sabe muy
poco, como pasa con los juegos de mesa, por ser durante muchos siglos un asunto
vulgar, un entretenimiento de taberna y un truco de gitanas de feria. Los
juegos de cartas tienen su origen en China, y como tantas creaciones hicieron
su viaje a través de la India, Persia y el mundo árabe, y entraron en Europa a
finales de la Edad Media gracias a los mamelucos. El diseño inalterado se
componía de cuatro palos: oros, copas, espadas y bastos; con cartas numeradas
del uno al nueve, más tres figuras: sota, caballo y rey; es la baraja española
tal como ha llegado hasta hoy. Enseguida se produjeron variantes en los
diferentes países: los palos de la baraja francesa fueron picas, corazones,
tréboles y diamantes; en la alemana, corazones, hojas, bellotas y cascabeles.
Los italianos conservaron la española, pero añadieron reinas a cada palo. Al
menos a mediados del siglo XV, las barajas eran tan populares que se realizaron
preciosas creaciones pintadas a mano con fondo de oro: las que se conservan
pertenecieron a las familias Visconti-Sforza. En algún momento del
Renacimiento, a los palos mencionados se añadieron unas cartas llamadas
“triunfos”, que como su nombre indica
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Las primeras cartas chinas estaban basadas en la moneda impresa |
permitían ganar en las manos. Han quedado
fragmentos de aquella popularidad por las barajas, en creaciones de lo más
variado, que evocan santos, dioses, virtudes, leyendas, poemas… Más tarde, en
el siglo XVIII, aparecería el conocido Tarot de Marsella, versión popular y
sencilla, impresa y pintada a mano, muchas veces reeditada, que fijó en cierta
manera una iconografía. Así, las cartas siguieron haciendo su papel anónimo de
animar las tabernas y predecir fortunas, hasta que a finales del siglo XVIII el
triunfo del ocultismo hizo que muchos empezaran a buscar en ellas misteriosos
saberes codificados, y a partir de
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El juego de cartas nacional de la India es el Ganjifa |
ahí empezaron a aparecer los libros
reveladores y las barajas esotéricas. La popularidad conllevó banalización,
consumada en los siglos XIX y XX, y ya sabemos cómo acaba esto en los curiosos
espectáculos que aparecen en diversas emisoras de televisión a altas horas de
la madrugada.
Empecé a interesarme por el tarot de
Marsella cuando investigaba la iconografía renacentista relacionada con el
hermetismo. Después de remover bibliotecas y seguir la pista de muchos libros,
no he conseguido nada válido (buscar en
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Cartas mamelucas del imperio otomano |
internet sería demencial). Es un tema
demasiado banalizado para que los historiadores le dediquen estudios serios. He
encontrado muchos análisis que pretenden “recuperar la versión original del
tarot”, cuando esto es imposible. A continuación analizan cada detalle hasta la
extenuación: tres puntos pasan a representar la Trinidad, cualquier círculo es
un símbolo del sol, o de la alquimia, o de las sefirot de la cábala; y con los
colores otro tanto: que si éste simboliza la vida, que si el otro la fuerza…
Todos estos análisis son tan válidos como inválidos, igual que cualquier
análisis que pretenda sacar conclusiones sapienciales de los cuentos
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El Emperador en tres barajas de los Visconti-Sforza, conocidas como de Carey Yale, Brera y Pierpont Morgan |
populares,
la Odisea o el Cantar de los Cantares; es el viejo sistema de dejarse inspirar
y evocar aquello que sugiere para uno mismo, y su validez sólo depende de lo
acertado de la inspiración. Ninguna interpretación es definitiva. Tampoco las
psicológicas, habituales desde que Jung dedicara su atención al tema; me han
parecido igualmente decepcionantes.
Por el mismo motivo conviene
desconfiar de cualquier producto que ofrezca “aprenda a usar el tarot en
fáciles lecciones”, porque no hay nada que enseñar ni aprender. El auténtico
vidente es aquel que conecta con la mente y el alma de la persona que le
pregunta, para lo cual hacen falta unos dones especiales de intuición y
empatía, de sensibilidad emocional o como se le quiera llamar, y para eso da
igual usar la baraja del tarot, mirar una bola de cristal, leer la mano, los
posos del café, la numerología, echar las runas, los tallos de aquilea, balancear
el péndulo, o simplemente mirarse a los ojos y hablar.
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La Fe en la baraja de Carey Yale |
Como yo no soy vidente, no espero que
las cartas me revelen nada, pero los triunfos del tarot de Marsella no dejan de
intrigarme, precisamente por todo lo que “no encaja”. Me he quedado con las
ganas de encontrar algún estudio iconográfico que los relacione con las
representaciones de su época. Yo por mi cuenta, puedo localizar algunas
referencias, por ejemplo, las cartas que representan estamentos sociales (una
hermosa referencia es el tarot de Mantegna, pero éste es muy diferente): hay un
vagabundo, un ermitaño, un mago, papas, emperadores. También aparecen algunas
Virtudes: justicia, fortaleza, temperancia (otras barajas añaden fe, esperanza,
caridad…). Referencias cristianas, pocas: el juicio final, los cuatro
evangelistas; y paganas: hay un Cupido, lo que parece un Marte triunfante en su
carro, alguna ninfa y diosa. Quizá algunos signos del zodíaco: acuario,
escorpio, géminis. Algunas figuras típicas de la iconografía medieval: el
diablo, la muerte, la rueda de la fortuna. Luego están las cartas “que no
encajan”, por ejemplo, una Papisa colocada al lado del Papa. La rueda de la
fortuna que no presenta los típicos ricos y pobres que suben y bajan, sino unos
extraños animales medio vestidos. Un colgado que no es un ahorcado, sino que
cuelga tranquilamente de un pie. Una supuesta torre destruida a la que por
algún motivo se llama La Casa Dios. El Mundo, que representa a los cuatro
evangelistas con sus formas animales tal y como solían aparecer rodeando un Pantocrátor,
pero que aquí rodean a una diosa desnuda en grácil pose. En algún lugar debe
haber referencias para estos diseños, pero parece que ningún estudioso se ha
dado el trabajo de buscarlas.
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La Estrella en las diferentes versiones del tarot de Marsella |
Finalmente, el motivo que me ha
llevado a escribir algo sobre el tarot es haber encontrado un uso muy
interesante para él, el que le da Ítalo Calvino en su libro “El castillo de los destinos cruzados”. El juego del autor consistió en inventar historias
basándose en tiradas de cartas; cada participante explica la suya, y a medida
que la mesa se va llenando con las cartas colocadas, otros trazan a través de
ellas sus propias
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La tirada del castillo |
historias. Este proceso extrae de cada personaje y elemento
todas sus posibilidades: la Papisa puede ser una sacerdotisa pagana en un
relato, en otro una madre, en otro una vampira; las copas pueden representar
una fiesta, pueden ser alambiques de alquimista, o tinteros donde moja su pluma
el escritor. Historias de guerreros y de gigantes se mezclan con el argumento
de Hamlet o de Parsifal. Las cartas acompañan las páginas: si en el castillo
los nobles utilizan la preciosa baraja de Bonifacio Bembo para los
Visconti-Sforza, en la segunda parte, “La taberna de los destinos entrecruzados”,
inevitablemente, la plebe utiliza la de Marsella. Nunca me habían parecido tan
divertidas y sugerentes estas cartas, y tan original esta manera de jugar con
ellas, aunque reconozco que hace falta talento literario para crear historias
con sentido. Quizá sea mejor que quedarse mirándolas esforzándose por ver en
ellas el futuro para quien no tiene talento, el comprender que las cartas
evocan el universo entero como hace la literatura, y que para hacerlas hablar
no hay mejor recurso que la Imaginación, ese don que sus creadores
renacentistas conocían muy bien.
Comentarios
Te dejo el enlace a la web de Marcos Mendez Filesi, un amigo que ha dedicado mucho tiempo al estudio iconográfico del tarot desde el rigor científico, alejado de su vertiente ocultista más popularizada. Creo que te podrá resultar interesante.
http://www.mmfilesi.com/tarot/
h.
h.
h.
El "Hieroglyphica" de Horapolo también es interesante tenerlo en cuenta. Y en fin, las obras en general sobre emblemática a partir de Alciato. Lo cierto es que hay una ingente cantidad documental que puede servir como referente para elaborar una interpretación iconográfica del tarot, y ese puede que sea el problema y lo que ha dado pie a que se elaboren teorías de diferente signo, ya que esas fuentes difieren en sus exposiciones abriéndose a diferentes sensibilidades, siendo un terreno en el que no es sencillo poner orden.
Lo mismo sucede con la imaginería sobre los emblemas alquímicos.
Por ahora me estoy leyendo los foros de Tarot History, no es una información ordenada y profunda, pero se aprenden detalles interesantes.
h.
coneixes Vladimir Propp i la seva teoria sobre l'origen dels contes? A mi sempre m'ho recorda això dels tarots: una quantitat reduida de rols, que, una vegada barrejats, poden generar infinits relats. Crec que era allò que volia fer Calvino.
h.