Me he dado cuenta de que no he dicho nada por aquí del universo en
que me he perdido los últimos años (no es el único universo en que
he estado, los viajes dimensionales son mi especialidad). Poco a poco
y cuando he tenido tiempo, he ido conociendo el tesoro de la
literatura caballeresca medieval. Aquí está el origen de todo lo
que consideramos acción, romance y fantasía, pero como todo lo
básico, son novelas muy desconocidas. No comento las obras de
Chrétien de Troyes, que deben ser la iniciación al género, porque
hace mucho que las leí y demandan una relectura. Por ahora, estas
son obras posteriores en prosa derivadas de los versos de Chrétien.
He escrito unas breves reseñas con la experiencia de mis lecturas.
Perlesvaus,
o el Alto libro del Graal. Edición a cargo de Victoria Cirlot.
Biblioteca Medieval, 9. Siruela, 2000.
Es una de las primeras redacciones en prosa del tema artúrico, que
hasta entonces sólo se había escrito en verso. Escrita a principios
del siglo XIII, después de esto se reescribirán todas las obras
conocidas en prosa (el Lancelot, el Tristán, etc.). El Perlesvaus
podría considerarse una continuación del Libro del Grial de
Chrétien de Troyes, porque retoma la historia donde quedó
interrumpida, pero cambia tantas cosas (como el nombre del
protagonista, que ya no se llama Perceval), añade tantas nuevas, y
sobre todo tiene una ambientación tan particular, que resulta una
obra original.
Como todas las novelas en prosa de la época, es demasiado larga, y
se hace cansada de leer por la falta de hilo argumental, por la
sucesión interminable de castillos, doncellas y caballeros
luchadores. Aparecen los personajes conocidos: Lancelot, Gauvain, el
rey Artús, y otros nuevos. Por cierto, que el desconocido autor hace
morir la reina Ginebra para arreglar el asunto del triángulo
amoroso, que no le interesaba mucho.
Pero también es posiblemente la novela más fantástica de su
estilo, con escenarios y situaciones tan surrealistas, alucinantes y
crueles, que dejan sin aliento. Ojalá los hubiera anotado todos, así
por encima recuerdo: un castillo que gira como una peonza, una torre
de bronce adorada por los paganos, un león blanco que anda sobre dos
patas y se comunica por telepatía, un caballero que es apuñalado en
un sueño y cuando despierta todavía tiene el puñal clavado y
muere, un caballero traidor que es ejecutado ahogándolo en la sangre
de sus secuaces, un rey pagano que cuece el cuerpo de su hijo muerto
en la guerra y lo reparte como comida entre su pueblo (y después,
lógicamente, se hace cristiano) y muchas, muchas cabezas cortadas,
de enemigos, de reyes y de reinas, cabezas que se traen como trofeo y
que se sellan en oro o plata. Un cristianismo bárbaro mezclado con
simbologías extrañas, donde todo se puede interpretar como un signo
de otra cosa.
Parzival.
Wolfran von Eschenbach. Edición a cargo de Antonio Regales.
Biblioteca Medieval, 1. Siruela, 2000.
Continuando con las revisiones y reescrituras del Perceval, esta es
la famosa versión alemana que tanta influencia tendría en su
literatura. Me he encontrado con un lenguaje muy diferente, porque no
es un libro traducido del francés como los otros, sino del alemán,
y como el mismo traductor dice, de un texto bastante oscuro y difícil
de descifrar, lo que se nota a menudo en la dificultad de entender el
argumento y los diálogos. Lo más sorprendente quizás es que el
autor hace comentarios, chistes o habla de sí mismo en medio de la
acción, encuentro que es muy moderno para una obra del siglo XIII.
No es el mismo mundo de las obras francesas, como si el autor no lo
hubiera acabado de interpretar e hiciera su versión. Lo más
original es que el Grial no es ningún cáliz, sino una piedra mágica
y sagrada. Quién piense que las novelas medievales son todas
historias de caballeros y damas y torneos se equivoca; cada una es un
sorprendente mundo aparte.
Historia
de Merlín. Introducción y traducción de Carlos Alvar; epílogo
de Carlos García Gual. Biblioteca Medieval, 12. Siruela, 2000.
El ciclo artúrico que se reescribió en prosa consta de cinco obras,
basadas en originales en verso que se han perdido. Robert de Boron
escribió una historia de Merlín en la que se basa esta novela, que
sería la segunda del ciclo. A diferencia de las concisas narraciones
de Chrétien de Troyes, las obras en prosa hinchaban el argumento con
todo tipo de detalles de la vida de los héroes, y con interminables
batallas. Esta edición ya es resumida, y aún así es cansada de
leer. El problema de Merlín es que lo sabe todo y lo puede todo, y
de este modo es difícil que haya ninguna intriga. Lo más
interesante quizás son sus orígenes y su final, a pesar de que en
otros libros aparecen versiones diferentes. Su vida comprende el
nacimiento y la juventud de Artús. En el resto de la historia,
Merlín ya ha desaparecido.
La
búsqueda del Santo Grial. Introducción y traducción de Carlos
Alvar. Alianza Tres.
Es el segundo volumen de la trilogía del Lancelot en prosa (a la que
se añaden dos títulos más, hasta cinco, que forman lo que se llama
la Vulgata). No he leído la primera parte, titulada propiamente
Lancelot, más centrada en la vida de este héroe. Aquí el
protagonista, acompañado de los caballeros de la Mesa Redonda, es su
hijo Galaad (traducido aquí como Galaz, según la versión medieval
en español).
Estas novelas son de autor/es desconocido/s, pero se suponen basadas
en las perdidas versiones en verso de Robert de Boron. No se sabe
mucho de este señor, pero fue él quien le dio un giro religioso a
todo el ciclo artúrico. Es quien estableció que el Grial era el
cáliz de la Santa Cena que recogió la sangre de Cristo (hasta
entonces sólo era un objeto prodigioso). Sus caballeros han dejado
atrás el mundo del honor guerrero y del amor cortés, son casi
ascetas en busca de Dios. Esto es muy evidente en el personaje de
Lancelot (aquí Lanzarote, claro), marcado con el estigma del pecado,
una idea que nunca se le habría ocurrido a Chrétien de Troyes, que
no se cuestionaba sus amores con Ginebra. Galaad es casi un nuevo
Jesucristo, pre-anunciado por los oráculos, esperado durante siglos,
puro y perfecto, que lleva a su cumplimiento todas las profecías y
realiza los más grandes prodigios. El tono de este libro lo hace
parecer más una obra religiosa, hay muchos fragmentos de la Biblia;
los caballeros no se dedican a realizar gestas guerreras, sino a
tener visiones y sueños, que son después interpretados por los
ermitaños o monjes; toda la obra es pura alegoría, un impresionante
desfile de símbolos. Lo estaba leyendo y pensando que pedía ser
convertida en imágenes, con aquellas preciosas ilustraciones de los
manuscritos medievales: naves misteriosas, animales simbólicos,
espadas mágicas, inscripciones proféticas, voces del cielo, el
demonio multiforme, y una lista interminable de prodigios. Una
búsqueda (la famosa quete) que dura años y años y sólo
llega a su final cuando los caballeros son dignos, y sólo Galaad
podrá mirar dentro del Grial y ver maravillas que lo transportan al
cielo inmediatamente.
Es una lectura lejanísima para un lector moderno, pero no hace falta
decir que hasta ahora es la novela medieval que más me ha gustado.
La
muerte del rey Arturo. Introducción y traducción de Carlos
Alvar. Alianza Tres.
Aunque se supone que es la parte final de ciclo, no le encuentro
ningún vínculo con La búsqueda del Santo Grial. El eje
principal son los amores de Lancelot y Ginebra, y nunca como aquí
resulta tan evidente la influencia de la historia de Tristán e
Isolda: se aman a escondidas, son pillados, él la rescata de la
ejecución, después son perdonados y ella vuelve con el marido...
así casi hasta el final, donde aparece un personaje que yo no
conocía, Mordrez, supuesto sobrino de Arturo que se revela como hijo
(pero no se dice quién es su madre) y que mata al rey en la batalla
final. Bien, de esta novela no sale nadie vivo. Aparece Morgana un
momento, para hacer conocer a Arturo la infidelidad de su mujer, pero
después desaparece del todo. Sospecho que estos personajes han
pasado a la historia más bien gracias a la reescritura de Sir Thomas
Mallory en La morte d'Artur, pero como este último es mi gran
pendiente, no puedo decir nada hasta que lo haya leído. Pero está
bien conocer la versión original de la historia para después
comparar.
Las ilustraciones corresponden a un manuscrito de 1446 que se encuentra en la Biblioteca Nacional Central de Florencia conocido como Tavola Ritonda. Se trata de una refundición de la materia de Bretaña, con historias tomadas de la Vulgata y otras como la de Tristán e Isolda. Los 289 dibujos posiblemente son de Bonifacio Bembo. Este maravilloso libro único se puede hojear enteramente aquí: http://teca.bncf.firenze.sbn.it/ImageViewer/servlet/ImageViewer?idr=BNCF0002979524#page/1/mode/1up
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