Timothy Snyder es un historiador y profesor de Yale
especializado en la Europa del siglo XX, los estados totalitarios y
el Holocausto. Sobre la tirania. 20 lliçons que hem d'aprendre
del segle XX es un libro de 2017, escrito al calor de lo que está
pasando ahora mismo, breve y contundente (123 páginas). Viene a
demostrar que los historiadores no sólo se encierran en polvorientos
archivos a evocar tiempos lejanos, sino que aplican todo lo que saben
al mundo en que viven y tienen respuestas para el presente. Snyder da
veinte consejos para combatir la tiranía, con ejemplos de lo que
pasó en el siglo XX:
Como el experimento del psicólogo Stanley Milgram
demostró, la gente corriente está muy dispuesta a obedecer a
cualquier figura de autoridad (o que aparente serlo) sin cuestionarse
si lo que le ordenan es correcto para los demás o para sí. Cada
pulgada de voluntad que el ciudadano cede es arrebatada y atesorada
con mano firme por el poder.
Damos por hecho que logros conseguidos después de
durísimas luchas ya son irreversibles y eternos, pero pueden
desaparecer con una rapidez increíble. Si la justicia es una farsa,
el parlamento un circo, los derechos laborales un chiste... No se les
puede abandonar, sino ponerse manos a la obra otra vez hasta
volverlos a levantar. Abandonar es el principio del fin.
En la variedad de partidos está la vida de la
democracia. En las tiranías del siglo XX, partidos únicos fueron
haciendo la vida imposible a los demás, y pervirtiendo la
democracia, hasta suprimir las elecciones y quedarse con el país.
Hay mecanismos de control para garantizar la transparencia
democrática que deben implementarse (y ya sabemos que las amenazas
son cada vez más sofisticadas).
Assumeix la teva responsabilitat davant del món
Los símbolos y las marcas se han utilizado como
expresión de odio, para etiquetar y denigrar a los excluidos.
También para adherirse a la corriente mayoritaria por apoyo, o por
mímesis, o quizá por miedo. Los símbolos en sí son neutros y
pueden ser una forma de expresión, pero la historia de su uso les da
contenido. Pueden ser tergiversados y manipulados burdamente. Pero
cuando son una amenaza directa y se apuntan contra unos colectivos
concretos, no pueden ser ignorados como simple decoración. No se
puede mirar para otro lado.
Hay profesiones que tienen un código deontológico
porque se han comprometido con unas responsabilidades. Si fallan, el
resto de la sociedad va detrás.
Aquí Snyder retrata uno de los mayores miedos de su
país, el que producen esos grupos que rechazan las leyes comunes y
se organizan por sí mismos, eso sí, armados hasta los dientes. Pero
la cultura de “grupo armado” se infiltra en la vida social
lentamente. Hay combatientes privados en las guerras, fuerzas de
seguridad privadas de los poderosos y sus instituciones, prisiones
gestionadas por empresas privadas. Los partidos políticos
extremistas de la Europa de entreguerras combinaban las campañas
electorales con palizas y asesinatos de los opositores, llevados a
cabo por sus “brazos armados”. Los cuerpos policiales deben
atenerse a unas leyes y responder si no las cumplen, por lo que nunca
puede permitirse una policía paralela. En Europa suena un poco
lejano, pero en USA los “equipos de seguridad privados” han
llegado al gobierno. Snyder: "Quan els homes armats que
sempre han afirmat que estaven en contra del sistema comencen
a portar uniformes i a desfilar amb torxes i fotos d'un líder,
la fi és a prop."
Si has d'anar armat, sigues molt
reflexiu
No puede haber un estado totalitario sin que el ejército
y la policía se apunten. Pero muchos de sus miembros simplemente se
dejaron arrastrar por los elementos más extremistas. La disciplina y
la obediencia forman parte de su esencia, pero se espera que las
personas tengan criterios propios, capaces de distinguir lo que es
correcto de lo que no. Y capaces de negarse a cumplir órdenes
injustas.
Aquí Snyder pone el ejemplo de Europa en plena II
Guerra Mundial (tema que ha estudiado a fondo): cuando la Alemania
nazi y la Unión Soviética, entonces aliados, se habían repartido
todos los países de grado o por la fuerza, los ingleses se quedaron
solos como democracia libre. Hitler estimaba a los ingleses como
pueblo hermano, y quería llegar a un acuerdo con ellos; en la
sociedad británica no faltaban partidarios del régimen nazi.
Incluso en los Estados Unidos había una importante corriente de
simpatía hacia él. Pero Churchill se plantó ante todos esos
conformismos y resistió, a pesar de los terribles bombardeos. El
frente del oeste seguía abierto cuando Hitler llevó a cabo su
prevista invasión de Rusia, que por ello se vio condenada al
fracaso. Más tarde los EEUU se unieron a la guerra, tras el ataque
japonés, y a partir de ahí la balanza se decantó definitivamente.
Pero todo empezó porque alguien no quiso seguir la corriente
mayoritaria y actuó diferente. Como ése, se podrían contar muchos
ejemplos de personas que cuestionaron el estado de cosas, y sólo esa
pequeña grieta inició el resquebrajamiento.
Continuará...
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