Los ainu, la pirata Ching, y las identidades ninguneadas por la banalidad de internet

 


Sé que es absurdo que me ponga a escribir por un tema que no me afecta en absoluto, pero es que quisiera escribir sobre tantos temas tan dolorosos que nunca tengo voluntad de ponerme a hacerlo. Pero el caso es que estaba escuchando los recomendables mini episodios del podcast Històriques realizados por Ana Polo para Sàpiens, cuando llegué al dedicado a la pirata china Ching Shih, conocida por haber sido la más poderosa y exitosa de la historia, que llegó a comandar una enorme flota en el mar de China en el siglo XIX... 

                       

Bueno, debería decir, desconocida, pues seguramente aún hay mucha gente que no ha oído hablar de ella. Que sea una mujer y que sea asiática puede tener algo que ver. Pero tampoco entiendo cómo es posible que no se hayan hecho nunca las montones de películas que merecen las épicas vidas de las piratas Anne Bonney y Mary Read... bueno, sí lo entiendo, es porque en esa historia los hombres salen mal parados y acaba siendo la epopeya de unas épicas lesbianas delincuentes. Curiosamente, la primera vez que tuve noticia de Ching fue hace muchos años gracias a Borges en uno de sus relatos de Historia universal de la infamia, titulado “La viuda Ching, pirata”, y me costó hacerme a la idea de que aquellas novelescas historias estaban basadas en hechos reales.

La cuestión es que llegué al episodio dedicado a la pirata china, y lo escuché desconcertada por el hecho de que estuviera ilustrado por la foto de lo que era claramente una mujer japonesa del pueblo ainu. Me puse a hacer una búsqueda inversa de la foto, y como podía esperar, internet me devolvió repetidos mil millones de veces los mismos artículos sobre la pirata Ching Shih en todas las lenguas posibles, todos ellos ilustrados con la misma foto. Intenté ampliar la búsqueda a fotos del pueblo ainu, y ahí por fin aparecieron artículos condenando el error. Este artículo de APF Fact Check rastrea el origen en Facebook, desde donde se compartió más de 18.000 veces, y unas 50.000 en Instagram. Son incontables las webs y posts donde se menciona a Ching Shih ilustrada con esta foto, a pesar de que se pueden observar claramente los motivos decorativos típicos de los ainu en el tocado de esta mujer. No sólo no es Ching, ¡es que además ni siquiera es china!


 
     Fotos del siglo XX de mujeres ainu

La foto original fue tomada a principios del siglo XX, y se desconoce su autor o la identidad de la retratada. Muchos etnólogos se interesaban por retratar las costumbres de los pueblos originarios, y se pueden encontrar muchas fotos de esta época que retratan a los ainu y sus costumbres. Se cree que son los habitantes originarios de Japón, y genéticamente, una gran mayoría de japoneses están emparentados con ellos. Su cultura, semejante a la de los pueblos siberianos, fue despreciada y perseguida, y sus poblaciones pervivieron en la norteña y helada isla de Hokkaido, donde sus descendientes hoy en día han visto reconocidos sus derechos y reviven su cultura y sus tradiciones. Como su gran tradición textil, cuyos inconfundibles estampados aparecen en el tocado de la mujer de la foto.


     Miembros del pueblo ainu en la actualidad

¿Por qué me importa a mí todo esto? No lo sé, pero me parece tristísimo y frustrante que la banalidad actual desprecie de esa manera dos identidades tan marginadas e ignoradas: la de la pirata china, cuyo rostro evidentemente nadie recuerda, aunque se pueden encontrar también por internet creativas ilustraciones de ella, una mujer que hizo historia (de la infamia, es cierto, pero es que ¡incluso ahí estuvimos!); y del pueblo ninguneado cuyo arte y estética son tan propios y originales. Todo porque alguien buscó “mujer asiática antigua” en Google y se quedó con la primera foto que le salió, porque debió considerar que millones de personas que viven al este son todas iguales. Y que la estupidez de un particular ahora se repita en miles y miles de ecos de ignorancia y desidia. Y no se me ocurre otra cosa que escribir este artículo que no leerá nadie y lanzarlo como una botella al océano de las redes, a ver si es posible que en alguna búsqueda, alguien pueda llegar a un poquito de verdad. Seguramente es una ocurrencia absurda, pero aquí está.

Comentarios

Jordi ha dicho que…
Vaya, pues será que alguien ha leído el artículo, y que gracias a éste ahora quedará constancia en este vasto universo virtual de que la verdad debe buscarse más allá de retweets y fotos fakes. Muy interesante y acertada reflexión, como siempre.
Un cordial saludo!
hiniare ha dicho que…
¡Gracias, lector! Al menos ahora sé que mis palabras no han quedado huérfanas de una miradita que las adopte...

Y aunque ya no visito mucho este blog, he entrado porque gracias a mis búsquedas sobre Ching Shih, ahora el buscador me la refiere a menudo, y webs como ésta:
https://deeplyread.blogspot.com/2021/06/zheng-yi-sao-ching-shih-the-pirate-queen.html
Con cero contenido fake, datos interesantes, y además dando el nombre completo de la pirata, que pudo ser Zheng Yi Sao. Justamente iba a añadir esto a la entrada.

Internet me sirve muchísimo para aprender, pero hace falta entrenar el criterio para encontrar la autenticidad en medio de fotos de IA y datos sin contrastar.

Gracias por tu visita, Jordi, un saludo.
h.