Notas sobre medicina medieval - Cadena de lecturas: 1) Trotula


Esta cadena de lecturas empieza con la Trotula, un tratado de ginecología atribuido a una médica del siglo XII, Trota de Salerno, de la que se decía que era una eminencia de su época. En el estudio y traducción en inglés que he leído, de la historiadora Monica H. Green (2001), se explica que, aunque a lo largo de la historia se ha dudado de su existencia y se le ha negado la atribución del tratado, otros textos suyos dan prueba de la existencia de Trota, aunque seguramente ninguno fuera escrito directamente por ella. Es bien sabido que en Salerno existían tanto médicas como médicos, pues era un centro medicinal de fama internacional desde al menos el siglo XI, al que acudían tanto enfermos como doctores para estudiar con los más renombrados expertos. Todo esto, antes de que el saber médico se recluyera en las universidades, y aun fuera practicado sin problema por laicos y mujeres. En Salerno confluían la cultura normanda y la árabe, y fue la puerta de entrada de la traducción de textos de medicina árabes y clásicos que se fueron difundiendo lentamente hacia el norte de Europa.

                             Representación de Trota en un manuscrito médico de principios del siglo XIV

La medicina medieval no se distinguía de la clásica, y seguía los mismos principios establecidos por Hipócrates o Sorano de Éfeso. Por su parte, la influencia de los textos árabes procedía sobre todo de Galeno de Pérgamo. Galeno e Hipócrates extenderían una influencia milenaria sobre la forma de entender el cuerpo y la salud, basada en la combinación de los cuatro estados (seco, húmedo, cálido y frío) y los cuatro humores del cuerpo (sangre, bilis negra, flema y bilis amarilla). El cuerpo que imaginaban era un flujo de líquidos y vapores que iban moviéndose por los órganos (a veces eran los órganos los que se movían), de manera que veían la enfermedad como el desequilibrio de esa circulación ideal. Esta visión “científica” era bastante pagana, y no aludía ni a Dios ni al pecado.

 

      Representación de una doctora practicando una sangría a un paciente

La Trotula está dedicada a la salud femenina, y es una amalgama de explicaciones y recetas que a nuestra mentalidad resulta algo caótica. Los misterios de la concepción, el embarazo y el parto, con sus respectivos problemas (se incluyen también anticonceptivos y abortivos, así como medios para fingir la virginidad); la fecundidad y la infertilidad (que también se atribuía al hombre), la menstruación o su ausencia, así como muchas otras dolencias que resultaban en otros órganos, no exclusivamente femeninas. No es necesario recordar que todo lo femenino era inferior, débil y frágil, y opuesto a lo masculino en todos los sentidos; muchos de los problemas de la mujer venían de esta inferioridad, por la incapacidad de su cuerpo de realizar los procesos necesarios. La menstruación realizaba una de las necesidades más importantes del organismo, que era la purgación de las impurezas (que los hombres no podían realizar, pero no lo necesitaban tanto). De ahí que las sangrías fueran tan populares, pues la acumulación de residuos en el cuerpo era la causa de muchas dolencias. 

 

Una doctora administrando un medicamento, o tal vez inspeccionando una muestra de orina

Los tratamientos se basan sobre todo en la compensación del equilibrio perdido, recetando sustancias, o plantas, o baños o linimentos que produzcan el efecto contrario (calor para compensar el frío, humedad para compensar la sequedad, etc.). Las sustancias también se clasifican como frías, húmedas, etc., por propiedades difíciles de precisar. La mayoría de las recetas son herbales, pero dudo que estas mixturas curaran a nadie; además, las diferentes copias van trastocando los nombres latinos de los productos, y realmente al final ninguna receta se parece a otra. Incluso las enfermedades son a veces difíciles de identificar, porque la descripción de síntomas es imprecisa. La medicina era una cuestión de práctica y suerte. Esta literatura, más interesante para los físicos o estudiosos de la naturaleza que para los médicos prácticos, está atrapada en el peso de la autoridad de los clásicos, que es inimaginable contradecir. La investigación o la experimentación no se practicaban, puesto que nadie estaba interesado en la novedad. Este sistema lógico de funcionamiento del cuerpo debía dar seguridad, debía ser una manera de explicar el mundo cuando no se entendían los procesos fisiológicos. La parte del texto que se atribuye a Trota no se distingue de estas convenciones sobre el cuerpo de la mujer, pero al menos tampoco lo ve de forma negativa. Pero no está de más rescatar a Trota y su enorme influencia, que se extendería por lo menos hasta el siglo XVII, aunque después los siglos más modernos la enterraran

 


Como muestra, un tratamiento que se repite en muchos libros de medicina, que suplico nadie intente practicar (la traducción es mía sin ninguna pretensión profesional):

Para la sofocación del útero: El útero sube [es el órgano viajero] y presiona el estómago o los pulmones, lo que produce pérdida de apetito, pérdida de la voz, temblores, mareos y otros síntomas. Lo sufren más las mujeres solteras o viudas porque no se relacionan con hombres y no puede expulsar su semen [para toda la teoría medieval sobre la semilla femenina, me remito a los textos], también las que no tienen la menstruación. El tratamiento para devolver el útero a su sitio consiste en aplicar a la nariz de la mujer aceites o lienzos empapados en sustancias de olor fuerte y desagradable, cuero quemado o lana quemada; al mismo tiempo que en su vagina se aplican olores agradables de nardo, camomila o lirio [de esta manera, el útero como un animalillo huirá de la peste y acudirá al perfume, y volverá a colocarse en su sitio].

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