En mi búsqueda de las obras médicas de Hildegarda de Bingen di con extractos y recopilaciones extrañas que no me convencieron. Una de ellas que no vale la pena mencionar, con un lenguaje muy pretencioso, elogiaba a Hildegarda despreciando otras obras como cierto “tratado de magia negra para hacer daño”, a lo que mis antenas se activaron y corrí a buscar la obra citada (gracias). Se trata del Libro de los Secretos, en realidad la primera parte de un tratado que incluye el Libro de las Maravillas del Mundo (😲), atribuido a San Alberto Magno, aunque hoy en día se sabe que es una atribución fantasiosa. El libro se escribió en época del santo, famoso por sus tratados científicos parecidos a este libro, hacia finales del siglo XIII. Yo lo encontré en la reedición que Michael R. Best y Frank H. Brightman hacen de su traducción inglesa de 1550, lo cual da una idea de la fama y proliferación de este género con los siglos.
El género de los secretos triunfó en la Edad Media y el Renacimiento, como una versión popular y divulgativa de las obras serias de astronomía o medicina. La idea era reunir una miscelánea de “secretos” de la naturaleza, los poderes ocultos de plantas y piedras, las recetas misteriosas que permiten tanto curar enfermedades como provocar prodigios: hacer saltar chispas, controlar animales, ver visiones fantasiosas, predecir tempestades, descubrir infidelidades de la pareja... Nada realmente útil o poderoso, pues este género se distingue de la magia o de la alquimia en que no tiene ninguna pretensión real (no, no era magia negra). Los ingredientes son mejunjes misteriosos que provienen de oriente y que nadie puede conseguir jamás, o se deben recoger en tales lugares y momentos, que nadie puede llegar a encontrarlos realmente. Libros como éste estaban pensados para fascinar y pasar un buen rato, razón por la que la imprenta los hizo aún más populares. A mí me ha parecido una locura divertida y desconcertante, y buscando más sobre este género descubrí un Secretum secretorum falsamente atribuido a Aristóteles (aunque muy parecido a éste, me lo he saltado), y llegué al siguiente libro de esta cadena de lecturas.
Como muestra, unos trucos que suplico nadie intente practicar (la traducción es mía sin ninguna pretensión profesional):
Sobre la rosa: si tomas su semilla, con la semilla de la mostaza y la pata de una comadreja, y los cuelgas en un árbol, no volverá a dar fruto. Y si estas cosas las cuelgas en una red, atraerás a todos los peces. Y si se ha muerto el magaris [palabra desconocida] y se le aplica lo mencionado por medio día, recobrará la vida. Y si se pone en una lámpara y se prende, todos los hombres que allí están se verán de color negro como el demonio. Y si el polvo se mezcla con aceite de oliva y sulfuro y se rocía la casa con él, cuando salga el sol parecerá que está en llamas. [de la utilidad de esto no tengo ni idea, pero así es todo el libro].
Si quieres resultar aceptable y agradable: Toma la piedra llamada Chelidonius, de la que hay unas negras y otras rojas, y se encuentran en el vientre de las golondrinas. Si es roja, envuélvela en un paño de lino, o en una piel de becerro, y portada bajo el hueco del brazo izquierdo es buena contra la locura, la letargia, el olvido y la epidimia, que es una erupción que sale por el cuerpo. Evax dice que esta piedra hace al hombre elocuente, aceptable y agradable. La piedra negra es buena contra las bestias salvajes y la ira, y lleva a buen fin los negocios. Y si se la envuelve en hojas de celidonia, hace la vista espesa. Y se debe extraer en el mes de agosto, y a veces se encuentran dos piedras en una golondrina.
Y para finalizar:
No hay hombre que no sepa que cada cosa está llena de operaciones maravillosas... Y el fuego no es más maravilloso que el agua, sino diverso; y la pimienta no es más maravillosa que el beleño, sino de otra manera. Y el que cree que la maravilla de las cosas viene del frío y el calor, tan sólo puede decir que hay algo de lo que maravillarse en cada cosa...
[Quizá Walt Whitman había leído esto cuando escribió: “Creo que una hoja de hierba no es menos que el viaje de las estrellas / Y que la hormiga es igualmente perfecta, y un grano de arena, y el huevo del abajedo / Y que la rana es una de las mayores obras maestras (…) / Y que la vaca mascando con la cabeza baja supera a cualquier estatua / Y que un ratón es suficiente milagro para asombrar a sextillones de infieles”...]
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