El arte de la aguja ha sido considerado siempre propio de mujeres, y por eso mismo, una habilidad secundaria. Las damas bordaban junto a los ventanales, y las mujeres humildes decoraban sus ajuares, aunque no supieran leer ni escribir. Por eso mismo, los bordados podían explicar historias que no podían transmitirse de otro modo, y esto es lo que ha hecho Bea Lema en su obra El Cuerpo de Cristo: aunque muchas de las páginas son ilustraciones, los momentos más significativos se transmiten a través de bordados, con hilos negros dibujando las figuras, rellenos de color y apliques de tela.
Y no es un cuento ni una historia fantástica, sino una dura realidad sobre una niña que debe afrontar la enfermedad mental de su madre. La locura o la histeria resultan ser una somatización, inflamada por una vivencia supersticiosa de la religión, de los abusos y las violencias en el seno de la familia.
El título es una metáfora, como ilustra la portada, sobre la medicación como salvación espiritual o mental (aunque el libro se editó antes en francés con un título sin alusiones religiosas, “Des maux à dire”), al mismo tiempo que en la historia, el cuerpo de la enferma es el centro de una guerra entre el dolor y el terror, acosado y torturado por ese diablo siempre presente en las sombras, y que, a la vista de su miserable origen, pronto se adivina que no es otro que un padre monstruoso.
La propia Bea Lema revela como inspiración las arpilleristas de Chile, mujeres pobres y víctimas de la represión de la dictadura de Pinochet, que elaboraban y vendían estas piezas, no solo para ganarse unos dineros, sino para enviarlas más allá del encierro de sus fronteras, para que fueran testimonio de lo que estaban viviendo. Ni cartas, ni fotos, ni otro testimonio les era más cercano y más fácil que coger la aguja y ponerse a bordar. La creación bordada se convierte en un grito que puede ser oído más lejos porque nadie le está prestando atención, porque solo es un trozo de tela.
Que el bordado sea un instrumento de justicia, un grito de auxilio, un testimonio de una verdad atroz, me tuvo que llevar inevitablemente a Filomela, a la terrible historia de Procne y Filomela, otro más de los mitos griegos que es una atroz historia de violencia contra las mujeres, quizá la más atroz. Una historia que comienza con rapto y violación, y que acaba con parricidio y canibalismo. Filomela encerrada, olvidada, violada por su cuñado, que le corta la lengua para que no pueda gritar lo que le está haciendo (y ante la ausencia de escritura en su sociedad), solo puede recurrir a la aguja y el hilo para contar su historia, para que alguien vea y entienda. El paño de Filomela recoge todo el dolor, toda la miseria, todos los abusos, pero lo construye ella, es la voz que no tiene, es su exorcismo y finalmente su llave de salida de la prisión. Porque hay verdades tan enormes que, aunque todas las lenguas callaran, las piedras se pondrían a gritar. Y si las letras y las palabras son silenciadas, gritarán las agujas y los hilos.
El Cuerpo de Cristo - Bea Lema, Astiberri Ediciones. Premio
Nacional del Cómic 2024, Premio del Público en el Festival de Cómic
de Angoulême 2024, Premio Bédélys 2024 del Festival de Cómic de
Montreal a la mejor obra extranjera, Gran Premio de la Heroína
Madame Figaro 2024 y Premio del Jurado del Festival BD 2023 en
Périgord.










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