Un famoso cuadro de René Magritte representa una pipa dibujada con
realismo, junto a una inscripción que dice: Ceci n’est pas une pipe (“Esto no es una pipa”). La reacción del espectador es
de desconcierto: por supuesto que es una pipa, sino, ¿qué es? La respuesta es
evidente: es el dibujo de una pipa.
No es posible cogerla, llenarla de tabaco y fumar en ella, porque sólo es un
dibujo. Hoy en día estamos tan acostumbrados a la representación de objetos en
dos dimensiones que no nos damos cuenta del salto mental necesario para
interpretar una serie de líneas y colores como un objeto del mundo real. En un
determinado momento, los seres humanos hicieron algo que nunca habían hecho:
fabricaron pigmentos y los extendieron sobre una superficie plana, convencidos
de que aquello que se veía era similar a lo que existía en la realidad. No se
trata de un perfeccionamiento de instrumentos o una nueva técnica útil para la
supervivencia: extender pigmentos en una pared es un acto en sí mismo inútil.
Si estos seres humanos lo hicieron, debieron tener un buen motivo.
El
arte rupestre es un misterio que me apasiona (como puede deducirse de la cabecera
de este blog), y para mí ha sido un gran descubrimiento el libro del arqueólogo David
Lewis-Williams La mente en la caverna,
porque hace el esfuerzo de intentar comprender por qué el ser humano empezó a
pintar. Lewis-Williams critica sobre todo que, en la búsqueda de las
características que nos hacen humanos modernos, los investigadores se centren
en la inteligencia, cuando a él le parece más importante la conciencia. Hay
ante ello un prejuicio moderno que percibe el progreso en base a los avances
tecnológicos y cuestiona lo relacionado con el mundo emocional. La conciencia
es juzgada con cánones actuales, haciendo una división entre lo racional y lo
irracional. Lewis-Williams se propone estudiar la conciencia, aparentemente
alejada de la arqueología, como un campo teórico que puede servir de apoyo a la
investigación arqueológica. Basándose en los estudios del psicólogo cognitivo
Colin Martindale enumera el diferente espectro de la conciencia, tal como pasa
de la vigilia al sueño, siguiendo estas fases:
-vigilia: respuesta a
estímulos ambientales
-fantasía realista: abstracción ligera de la
realidad exterior, orientada a la resolución de problemas
-fantasía autista: abstracción mayor de la
realidad exterior
-ensueño: pensamientos aleatorios y sin
conexión
-estados hipnagógicos: momentos en los que se
empieza a caer en el sueño
-sueños
A lo largo del día la persona pasa por diversos ciclos de mayor a
menor grado del espectro de conciencia. Lewis-Williams añade a estos estados la
trayectoria intensificada: a través
de ciertos medios (que van desde la privación sensorial a la ingestión de
sustancias alucinógenas, los ejercicios respiratorios, los ritmos sincopados,
etc.) se puede desdoblar el final del espectro a partir de los estados
hipnagógicos, alcanzando unos estados de conciencia peyorativamente llamados
“alterados”, pero que responden a la composición neuro-química del cerebro y
son por tanto plenamente naturales y propios de todos los seres humanos.
Siguiendo experimentos llevados a cabo en laboratorio, distingue tres fases en
la trayectoria intensificada:
-Fase 1: percepciones visuales geométricas (puntos, cuadrículas,
zigzags, etc.) que se expanden y contraen. Son fenómenos entópticos porque se
producen entre el ojo y el córtex cerebral y se perciben tanto con los ojos
abiertos como cerrados.
-Fase 2: el cerebro trata de identificar las imágenes utilizando la
memoria y por tanto sus referencias culturales. Las interpretaciones serán
diferentes según el estado de la persona y sus experiencias, a diferencia de
los fenómenos de la fase 1, que son similares para todo el mundo.
-Fase 3: es habitual que se produzca una sensación de vórtice o
remolino, a veces identificado con un túnel. Las imágenes de la fase 2 se mueven
alrededor de este vórtice. El aislamiento del exterior es mayor y la sensación
de realidad de las visiones aumenta. Las fases no siguen este orden
necesariamente, y sus diferentes elementos pueden mezclarse.
Todos los seres humanos son capaces de experimentar estos estados de conciencia, pero la importancia que se les da depende de valores culturales. Durante mucho tiempo estas experiencias han formado parte de todos los pueblos del mundo, y han sido la base de sus sistemas de creencias. Una de sus expresiones más evidentes es el chamanismo, palabra originaria del idioma tungús de Asia Central que ha pasado a definir un tipo de prácticas, no siempre similares, que forman parte de la espiritualidad de pueblos primitivos en todo el mundo. Algunas de sus características son: creencia en realidades alternativas y diferentes niveles de existencia por los que es posible transitar; creencia en fuerzas y poderes que controlan diferentes aspectos de la vida y que a su vez se pueden controlar; sensaciones de disociación del cuerpo y de metamorfosis en otros seres, sobre todo en animales. Los animales forman parte de la vida y las experiencias de estos pueblos, fácilmente simbolizan fuerzas y procesos importantes para ellos. Es comprensible que protagonicen sus visiones. La transformación en animal-humano, y la aparición de espíritus-guía animales es una constante del chamanismo.
Todos los seres humanos son capaces de experimentar estos estados de conciencia, pero la importancia que se les da depende de valores culturales. Durante mucho tiempo estas experiencias han formado parte de todos los pueblos del mundo, y han sido la base de sus sistemas de creencias. Una de sus expresiones más evidentes es el chamanismo, palabra originaria del idioma tungús de Asia Central que ha pasado a definir un tipo de prácticas, no siempre similares, que forman parte de la espiritualidad de pueblos primitivos en todo el mundo. Algunas de sus características son: creencia en realidades alternativas y diferentes niveles de existencia por los que es posible transitar; creencia en fuerzas y poderes que controlan diferentes aspectos de la vida y que a su vez se pueden controlar; sensaciones de disociación del cuerpo y de metamorfosis en otros seres, sobre todo en animales. Los animales forman parte de la vida y las experiencias de estos pueblos, fácilmente simbolizan fuerzas y procesos importantes para ellos. Es comprensible que protagonicen sus visiones. La transformación en animal-humano, y la aparición de espíritus-guía animales es una constante del chamanismo.
Como ejemplo de estas creencias, Lewis-Williams expone el caso de
varios pueblos que han practicado el chamanismo así como diferentes tipos de
pinturas rupestres, como son los san
de Sudáfrica y pueblos nativos de Norteamérica. Su teoría es que, si estas
capacidades son propias de todos los seres humanos debido a las características
de su cerebro, los seres humanos anatómicamente modernos que vivieron en el
Paleolítico Superior también debieron experimentarlas, cosa que no pudieron
hacer los neandertales ni ninguna otra especie humana hasta entonces. Por un
paralelismo lógico, se deduce que
interpretaron estas experiencias de alguna manera similar a lo que hoy
entendemos por chamanismo.
Según Lewis-Williams, las visiones tienden a regresar en el estado de
vigilia, aparecen en la retina y por lo tanto se proyectan sobre aquello que
mira el sujeto: las personas que le rodean, el paisaje, o una superficie plana,
lo que seguramente sucederá sobre una pared de roca. Esta experiencia podía
llevar a los sujetos al convencimiento de que las imágenes “emergían” de la
pared. ¿Qué sitúa a los chamanes en el contexto de una cueva? Ahí interviene
uno de los aspectos de las visiones en la fase 3, el “vórtice” o “túnel”, que
podía ser interpretado para los hombres de la antigüedad como un agujero en la
tierra: de ahí la identificación de las cuevas como un camino que conduce a una
realidad alternativa.
Así, se fueron desarrollando una serie de prácticas relacionadas con
el descenso al fondo de las cuevas, con la realización de imágenes y con la
percepción de la pared como una “membrana” tras la cual emergían poderosas
fuerzas en forma de animales y otros símbolos. Se buscaban, en la superficie de
la roca, imágenes similares a las conocidas; es por eso que muchas aprovechan
las formas naturales de la roca para componer las figuras, ya que la
“sugerencia” de una forma se convertía en el incentivo para “completarla” con
la imagen correspondiente. La materialización de las visiones también podía
servir para “fijar” su poder: la evidencia de que las pinturas fueron tocadas
indica que eran consideradas encarnaciones palpables de aquello que
representaban, posiblemente espíritus-guía animales y chamanes metamorfoseados,
a veces mezcla de características
humanas y animales (teriantropos), raramente con formas totalmente
humanas.
Evidentemente, Lewis-Williams no está hablando sólo del origen del
arte, sino del origen de la espiritualidad y la religión, y va más allá en
esto: está afirmando que las percepciones ¿extrasensoriales? son propias de los
seres humanos, es más, son totalmente naturales en nosotros. Nuestra sociedad
tecnológica está totalmente orientada a la “realidad” y sólo acepta el estado
de conciencia despierta, que es una ínfima parte de nuestra conciencia.
Montones de personas experimentan emociones y sensaciones que no pueden
comprender ni manejar y que les llenan de frustración y miedo; si vivieran en
una sociedad como la san, podrían
compartir esas percepciones y les ayudarían a crecer como personas.
No creo que David Lewis-Williams esté haciendo teología, ni siquiera estoy segura de que él vea como algo positivo su explicación “científica” de la espiritualidad. Pero su punto de vista me parece original e inquietante; el hecho de que el sentimiento religioso no sea una especie de enorme error de la ignorancia humana, sino un efecto secundario inevitable de nuestra capacidad mental:
No creo que David Lewis-Williams esté haciendo teología, ni siquiera estoy segura de que él vea como algo positivo su explicación “científica” de la espiritualidad. Pero su punto de vista me parece original e inquietante; el hecho de que el sentimiento religioso no sea una especie de enorme error de la ignorancia humana, sino un efecto secundario inevitable de nuestra capacidad mental:
“La sensación del Ser Unitario Absoluto —la trascendencia, el éxtasis—
la genera el desbordamiento entre
circuitos neuronales del cerebro, el cual, a su vez, está producido por
factores que hemos analizado en este libro —conducción rítmica visual, auditiva
o táctil, meditación, estimulación olfativa, ayuno, etcétera—. Por
consiguiente, los elementos esenciales
de la religión están instalados en el cerebro. Los contextos culturales
pueden aumentar o disminuir su efecto, pero siempre están ahí. Ésta, en la
provocadora frase de D’Aquili y Andrew Newberg, es la razón por la que Dios no se va nunca”.
La mente en
la caverna, David Lewis-Williams. Akal, 2005.
Comentarios
Otro que me ha gustado mucho es "Becoming human: Innovation in Prehistoric Material and Spiritual Culture", una serie de artículos donde aparece el mismo autor, junto con otros destacados en la materia como Colin Renfrew y Steven Mithen.
El tema chamanismo lo llevo observando-practicando hace años....pues son nuestros antepasados y nuestro linaje los que nos han construido en este presente.
gracias por señalarlo.
P/D
Libro interesante de Wave Davis "the river"...
Veo que el libro de Wade Davis trata sobre la selva amazónica: tomo nota, así como de cualquier otra recomendación. En arte rupestre, desgraciadamente muchos libros se van por las ramas de la estética o de una simbología banal. Me alegra que a ti también te interese, Alyebard.
Ah, recomiendo esta web:
http://arqueologiacognitiva.blogspot.com.es/
Es un ejemplo de los nuevos caminos de la arqueología, que incluye sociología, psicología y otras disciplinas hasta ahora impensables.
La idea que apuntas también la he encontrado, en concreto en un artículo sobre el arte neolítico levantino. En esta época aparecen muchas más representaciones humanas, aparte de animales, y el hecho de llenar las cuevas de ellas podía interpretarse como una manera de comunicar el mundo espiritual con el cotidiano, de reunificar todos los niveles del cosmos. Es parecido a lo que tú dices, algo común a muchas tribus que de alguna manera piden permiso al Espíritu Animal para que les conceda la vida de los animales necesarios para sobrevivir. Los animales pintados en las cuevas están muy vivos (corren, mugen, etc.). En cierto sentido, las pinturas llevan la vida del mundo superior al inferior, reuniendo todos los elementos del cosmos. Como dices, esta es una lección que necesitamos mucho aprender, en este mundo disperso en que vivimos.
Este post continúa en los comentarios, hay tanto que decir… Es un tema inagotable.
Un libro que también se interroga sobre los orígenes del impulso artístico del hombre es "El presente eterno: Los comienzos del arte" de Sigfried Giedion. Lo leí hace ya unos años. Creo que todavía puede ser recomendable.
Por cierto, acabo de descubrir tu blog (de lo que me felicito) y después de una ojeada me ha resultado tremendamente sugerente, con temas que me apasionan. Lo ire visitando regularmente y estaré atento a las nuevas publicaciones.
Recibe un cordial saludo
h.
A.