Los diez cuadros del boyero presentan las etapas en el camino del despertar que es el Zen. Este camino está simbolizado por la historia de un cuidador de bueyes que busca al buey perdido, en principio, un ejemplo muy sencillo... Existen diferentes versiones, pero la más conocida es ésta que consta de diez cuadros y que se atribuye a Kakuan Zenji, maestro zen chino del siglo XII. Cada cuadro va acompañado de una introducción (jo) y un poema (ju).
Me gusta de esta búsqueda del sentido (el buey), que cuando el buscador parece haberlo alcanzado (etapa 8:ya está realizado y feliz), el buey desaparece, y también el boyero. La ilustración que suele acompañar ese pasaje es un círculo perfecto y vacío, y resulta que ese es el auténtico principio.
Pero lo que más me gusta y me interesa es la última etapa: entrar en el mercado con las manos dispuestas a ayudar. El fruto de todo este viaje no es la “auto-ayuda” ni el propio bienestar. El viaje se hace solo, pero se llega a la meta acompañado; el resultado es la acción, y conduce directamente a llevar el bienestar a los demás. Una muestra más de que el budismo no es esa religión mortificante de meditaciones y abstinencias interminables que algunos creen, ni tampoco una "terapia" para sentirse mejor: su fin es el bien común, la hermandad universal, lo que los cristianos llaman “el reino de Dios”. Al final, ¿no resulta este el único fin de todas las religiones?
Este sería un resumen de las diferentes etapas:
1- Buscar al buey: la conciencia de una necesidad.
2- Ver las pisadas: encontrar respuestas en las enseñanzas.
3- Ver al buey: el primer despertar.
4- Atar al buey: aprender a controlar las nuevas experiencias.
5- Domar al buey: practicar la disciplina.
6- Cabalgando sobre el buey volver a casa: se han vencido los impedimentos, está liberado y feliz, se domina a sí mismo.
7- El buey olvidado, el hombre mismo solo: ya no hay nada que controlar, el problema ha desaparecido.
8- Hombre y buey olvidados: el yo desaparece porque nunca ha existido.
9- Volver al origen: totalmente desvanecido, percibe el mundo tal y como es.
10- Entrar en el mercado con las manos dispuestas a ayudar: se identifica con sus semejantes.
Me gusta de esta búsqueda del sentido (el buey), que cuando el buscador parece haberlo alcanzado (etapa 8:ya está realizado y feliz), el buey desaparece, y también el boyero. La ilustración que suele acompañar ese pasaje es un círculo perfecto y vacío, y resulta que ese es el auténtico principio.
Pero lo que más me gusta y me interesa es la última etapa: entrar en el mercado con las manos dispuestas a ayudar. El fruto de todo este viaje no es la “auto-ayuda” ni el propio bienestar. El viaje se hace solo, pero se llega a la meta acompañado; el resultado es la acción, y conduce directamente a llevar el bienestar a los demás. Una muestra más de que el budismo no es esa religión mortificante de meditaciones y abstinencias interminables que algunos creen, ni tampoco una "terapia" para sentirse mejor: su fin es el bien común, la hermandad universal, lo que los cristianos llaman “el reino de Dios”. Al final, ¿no resulta este el único fin de todas las religiones?
Este sería un resumen de las diferentes etapas:
1- Buscar al buey: la conciencia de una necesidad.
2- Ver las pisadas: encontrar respuestas en las enseñanzas.
3- Ver al buey: el primer despertar.
4- Atar al buey: aprender a controlar las nuevas experiencias.
5- Domar al buey: practicar la disciplina.
6- Cabalgando sobre el buey volver a casa: se han vencido los impedimentos, está liberado y feliz, se domina a sí mismo.
7- El buey olvidado, el hombre mismo solo: ya no hay nada que controlar, el problema ha desaparecido.
8- Hombre y buey olvidados: el yo desaparece porque nunca ha existido.
9- Volver al origen: totalmente desvanecido, percibe el mundo tal y como es.
10- Entrar en el mercado con las manos dispuestas a ayudar: se identifica con sus semejantes.
Desnudo el pecho y descalzo, entra el hombre en el mercado.
¡Está cubierto de barro y polvo, pero cómo sonríe!
Sin recurrir a poderes místicos,
hace florecer en un momento los árboles marchitos.
Comentarios
Me encanta también el nº8: el yo nunca ha existido...
Saludos y gracias por esta reflexión.
un beso.
Supongo que corremos hacia la etapa 6, la "realización" o la "felicidad", sin darnos cuenta de que eso no es el final del camino. A pesar de que creo que yo apenas debo haber llegado a la nº2...
Antes los hermanitos de Foucault y ahora el buey y el boyero... Así es, toda una fábula del crecimento humano. Esta fábula es muy usada en los retiros de Zen, en concreto en entornos de Zen como los del benedictino y Maestro Zen Willigis Jäger. Y a esos retiros también va gente de los hermanitos de Foucault...