Me hubiera gustado que de niña me hubieran regalado cuentos con ilustraciones como las de Arthur Rackham, pero libros así los conseguí mucho después. Ahora que lo pienso creo que no guardo ni uno de los cuentos o tebeos que tenía. Pero los cuentos que yo más recuerdo haber leído y que sigo guardando ya tenían veinte años cuando llegaron a mis manos por herencia. Quizá lectoras de una generación anterior a la mía los conozcan: son los de la colección Azucena. Reconozco que eran cuentos tontos y no demasiado buenos de princesas y hadas y damas y príncipes, no sé si estaban fuera de época cuando los leí, pero en todo caso a mí no me afectó demasiado. Los coloreaba, los dibujaba, imaginaba mis propias historias, y sospecho que me acabaron llevando a la idea de que leer es divertido y de ahí al Mago de Oz, Alicia, Ivanhoe, Julio Verne, Stevenson… y toda una biografía lectora. No sé si ahora serían considerados material de coleccionista; están bastante machacados después de pasar por varias manos infantiles y el tiempo se los come poco a poco. Pero, si hasta ahora no se han perdido, creo que se quedarán conmigo bastante tiempo.
Comentarios
Los cómics también formaron parte de mi solitaria infancia, y a ellos debo que mi imaginación siga en forma.
Un cordial saludo.