No me identifico con las banderas ni con los himnos, ni con ningún otro símbolo patrio de cualquier concepto o circunscripción oficial u oficiosa de patria, y sin embargo me identifico con la lengua, tal vez porque amo las palabras y me apasiona toda reflexión sobre el lenguaje, que considero la herramienta principal para comprender y utilizar la vida. Y por eso mismo me duele que algunos hagan de la lengua un arma cargada con la que asediar constantemente al enemigo, un arma en realidad imaginaria, porque verdaderamente no existe ninguna guerra, y lo que duele es usar algo tan tierno e íntimo como la lengua de una forma tan zafia.
A veces pienso que lo que pasa es que la gente que vive en el monolingüismo no entiende lo que es el bilingüismo. Creen que los que hablan castellano y los que hablan catalán viven en una especie de apartheid y que cuando se encuentran siempre surgen conflictos. Es difícil explicarles cómo es una conversación normal en una tierra bilingüe; cómo podemos iniciar una conversación en catalán, pasarnos al castellano, continuar hablando cada uno en una cosa y acabar no se sabe cómo, dependiendo del tema, no lo sé… Y sin problemas para entendernos. Cómo no se puede saber en absoluto por el idioma que alguien usa si sus orígenes son catalanes o no. Hay gente de origen catalán que habla en catalán, que se pasa al castellano cuando le hablan en castellano, que no se pasa, gente que no es de origen catalán pero lo usa siempre, que usa los dos, que no sabe hablarlo pero lo entiende… Hay emigrantes españoles que llevan cincuenta años aquí y se han negado a aprenderlo; hay inmigrantes que llegaron hace seis meses de algún país sudamericano sin saber que en España existía algo llamado catalán, y a pesar de poder conformarse con el castellano han hecho el esfuerzo de aprenderlo porque han entendido que es una manera de comprender el sitio al que han venido. La combinación es tan grande que nadie se preocupa ya por clasificaciones.
Viñeta de Kap en La Vanguardia 11/9/2011
No existe ninguna guerra y por eso no se entiende a los que están anunciándola constantemente. Por mucho que se repita una mentira, no se convierte en verdad, pero también parece que por mucho que se repite la verdad, nadie quiere creerla. Si acaso, yo la cuento una vez más.
A veces pienso que lo que pasa es que la gente que vive en el monolingüismo no entiende lo que es el bilingüismo. Creen que los que hablan castellano y los que hablan catalán viven en una especie de apartheid y que cuando se encuentran siempre surgen conflictos. Es difícil explicarles cómo es una conversación normal en una tierra bilingüe; cómo podemos iniciar una conversación en catalán, pasarnos al castellano, continuar hablando cada uno en una cosa y acabar no se sabe cómo, dependiendo del tema, no lo sé… Y sin problemas para entendernos. Cómo no se puede saber en absoluto por el idioma que alguien usa si sus orígenes son catalanes o no. Hay gente de origen catalán que habla en catalán, que se pasa al castellano cuando le hablan en castellano, que no se pasa, gente que no es de origen catalán pero lo usa siempre, que usa los dos, que no sabe hablarlo pero lo entiende… Hay emigrantes españoles que llevan cincuenta años aquí y se han negado a aprenderlo; hay inmigrantes que llegaron hace seis meses de algún país sudamericano sin saber que en España existía algo llamado catalán, y a pesar de poder conformarse con el castellano han hecho el esfuerzo de aprenderlo porque han entendido que es una manera de comprender el sitio al que han venido. La combinación es tan grande que nadie se preocupa ya por clasificaciones.
Claro que nada de esto sería así sin un sistema educativo de inmersión como el que tenemos. Existen unas leyes que favorecen el catalán porque es el que lo necesita. Siempre intento explicarlo comparándolo con la situación de la mujer: hay leyes que favorecen a las mujeres porque han sido las históricamente discriminadas, y es la manera de igualar la situación. Nadie consideraría que los hombres están discriminados por esas leyes; los hombres no necesitan leyes que los favorezcan, porque tienen la ventaja desde que nacen. En Catalunya el castellano es dominante, está mayoritariamente en los medios de comunicación, en las instituciones nacionales, en la prensa, en la literatura, en la música, en el ocio y en la calle. Gracias a nuestro sistema de enseñanza, yo, que he vivido en un ambiente así, puedo decir que soy bilingüe, se me ha hecho el regalo de una lengua que uso y me concede placeres como leer a Jaume Cabré en toda la maravillosa expresividad de la lengua en que crea su literatura. Y también me siento totalmente coherente si escribo esta defensa de la lengua catalana en castellano, porque es mi lengua materna y sé que me comprenderán, y nótese que este artículo no contiene una pizca de demagogia ni provocación gratuita y que es una apología del sentido común y las buenas intenciones, porque la gente se entiende sólo si quiere entenderse, y eso no tiene nada que ver con las lenguas (pero voto por las lenguas que nos llenan de palabras, que significan pensamientos, que significan emociones, que significan vida).
Viñeta de Kap en La Vanguardia 11/9/2011
Comentarios
Sort que encara em llegeix algú.
Però digueu hola de tant en tant, el silenci informàtic és molt fred.
Y gracias por "hacer un golpe de ojo" a mi blog ;) ;) ;)
Yo llegué a Viena hace más de 30 años sin saber nada de alemán y en año y medio lo hablaba con total fluidez (y eso que en Viena se habla una especie de dialecto vienés, que dificulta algo el saber si se habla "alto alemán"o "dialecto", como dicen allí.
Quien vaya a Cataluña a trabajar o vivir debería aprender esa preciosa lengua y se enriquecería.
El otro día oí en la radio a un hombre que contaba que su hijo de 6 añitos venía todas las tardes del colegio llorando y no se pudo adaptar. No entendía lo que le hablaban. Esa familia venía de Extremadura y tuvieron que dejar el trabajo en Cataluña y regresar a su tierra al cabo de un año. ¡Qué pena! Lo que más me extrañó (si el padre fue sincero y no estaba resentido) es que dijo que la maestra le dijo que si hablaba en castellano los otros niños iban a querer que se les hablara también en castellano. Que no podía ser. Desconozco del todo las circunstancias. No puedo valorar. Lo triste es que, de ser cierto, no se encuentren maneras de evitar el llanto continuado de un niño. ¿Por qué no usar las dos lenguas, en la medida que sea preciso, en cada caso? Disfrutando de la belleza de las dos. Lo dice un enamorado de Cataluña y de lalengua de Salvador Espriu. La capacidad de acogida de nuestro corazón supera todas las banderas y todos los nacionalismos (incluidos los legítimos y los perseguidos). Gracias.
Curiosa historia la que explicas, como tú, tampoco conozco los hechos, pero te diré mi opinión tal y como yo lo veo y lo vivo aquí.
Un niño de 6 años que entra en un colegio nuevo vendrá llorando a casa seguro, una semana, dos, tres… por muchas cosas, ya nos lo podemos imaginar. Aquí, más que de Extremadura vienen niños de todas partes del mundo que no hablan castellano ni catalán, y entran a medio curso, imagina lo difícil que tiene que ser para ellos. Luego es hermoso sentir a los niños y chicos de todos los colores hablando en catalán como uno más. Un niño que ya habla castellano chapurreará catalán en poco tiempo, pero sobre todo hay un hecho indiscutible: seguro que en el patio todos los niños le hablarán en castellano, así como en la calle y en todas partes, hará amigos, jugará, y aunque las clases empiecen siendo incomprensibles para él, será un problema pasajero. Lo cierto es que si tampoco en clase practica el catalán, no lo aprenderá nunca y ese problema se alargará. Los que idearon la inmersión lingüística lo hicieron por algo.
Lo que me extraña es que el padre lo presentara como un problema psicológico para el niño, y que esto les obligara a volver a su tierra. Tiene que haber algo más detrás, o no se entiende. Yo no soy maestra pero cualquiera que lo sea te confirmaría que las situaciones traumáticas por el idioma son muy raras.
En fin, tampoco soy lingüista ni política, pero para todo lo que he escrito en la entrada y en los comentarios me baso simplemente en mi vivencia diaria. Yo no me apunto a ningún nacionalismo, pero me suelo poner de parte de los débiles en todos los sentidos, quizá sea una romántica, pero creo que la razón suele estar con ellos.
Marcho para tu blog (tengo lectura para rato), nos leemos,
h.
Coincidimos en ese romanticismo.
Y gracias por curiosear en mi blog.
Boehmiano