El arte de la aguja ha sido considerado siempre propio de mujeres, y por eso mismo, una habilidad secundaria. Las damas bordaban junto a los ventanales, y las mujeres humildes decoraban sus ajuares, aunque no supieran leer ni escribir. Por eso mismo, los bordados podían explicar historias que no podían transmitirse de otro modo, y esto es lo que ha hecho Bea Lema en su obra El Cuerpo de Cristo : aunque muchas de las páginas son ilustraciones, los momentos más significativos se transmiten a través de bordados, con hilos negros dibujando las figuras, rellenos de color y apliques de tela. Y no es un cuento ni una historia fantástica, sino una dura realidad sobre una niña que debe afrontar la enfermedad mental de su madre. La locura o la histeria resultan ser una somatización, inflamada por una vivencia supersticiosa de la religión, de los abusos y las violencias en el seno de la familia. El título es una metáfora, como ilustra la portada, sobre la medicación como sa...
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